17 noviembre 2004 |
Al Torreón de Lozoya con un ramo de olivo |
El lunes, el Consejo Territorial del PSOE se hallaba reunido en el Torreón de Lozoya. Estarían los grandes duques tratando de buscarle una coartada al barón catalán que no había acudido al homenaje, o valorando los problemas de descentralización que conlleva el feudalismo, o acaso sopesando la exigencia de Francisco Vázquez de que el hospedaje de un evento de tan alta alcurnia redundara en más inversiones para la pedanía segoviana, cuando, de repente, alguien gritó extramuros: “¡Ah, del castillo!” Apenas los nobles socialistas se abalanzaron sobre las almenas, descubrieron a Arnaldo Otegi con un ramo de olivo. La gente parece que no tiene amor propio. Y no es que Otegi tuviera que esforzarse o humillarse mucho para dar con el torreón (le habría bastado con consultar a la delegación que Izquierda Castellana juzgó oportuno enviar al mitin de Anoeta), pero lo menos que se puede pedir a quienes durante años han apostado por la guerra es que acepten la derrota con casta militar. Causa sonrojo escuchar a Batasuna que ha llegado el momento de acallar las armas ahora que a ETA se las han requisado todas. Que insinúe que su cambio de rumbo vincula a sus correligionarios violentos en un momento en que la policía, gracias a la documentación incautada a Mikel Antza y Susper (¡qué fiestas deben de montarse en comisaría cada vez que se detiene a Susper!), tendrá hasta las fechas de sus cumpleaños por si les apetece darles una sorpresa. Que califique su mascarada del domingo como el acontecimiento más importante del año para Euskadi, cuando el PNV de Ibarretxe le ha birlado limpiamente la iniciativa política. Patxi López, paladín socialista en las próximas justas vascas, se saltó el protocolo y contestó desde las alturas al diminuto dirigente abertzale. Con la indulgencia que da la superioridad, le dijo que estaba dispuesto a abrirle las puertas del castillo, siempre que pronunciara la contraseña convenida. Otegi lo intentó con una casi idéntica, pero lo que se le pedía era lo más doloroso que puede haber para cualquiera: admitir expresamente que todo lo que ha hecho en la vida ha sido una estupidez inútil. Otegi no exigió la paz a ETA, y se ha quedado fuera de la fortaleza donde el destino enviará a sus heraldos de Madrid y Vitoria a firmar sus decretos soberanos. Había ido a rondar a Marieteresa con un ramo de olivo. Y terminó cantando con Javier Krahe: “Y yo allí con mi flor como un gilipollas…”.
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Referencias y contextualización El domingo 14 de noviembre, el antiguo partido político Batasuna, ilegalizado en 2002 (ver "La ilegalización") por su vinculación a la organización terrorista ETA, celebró en el estadio de Anoeta en San Sebastián un mitin (al que acudió una representación del partido regionalista Izquierda Castellana) en el que anunció su voluntad de apostar por la paz en Euskadi, la renuncia a la lucha armada y el respeto a la voluntad mayoritaria de la sociedad vasca. El portavoz batasuno, Arnaldo Otegi, se apropió de la metáfora de quien lleva un fusil en una mano y una oferta de paz en la otra, formulada por el recién fallecido líder palestino Yasir Arafat en su histórica comparecencia ante la Asamblea General de la ONU el 13 de noviembre de 1974. Este pronunciamiento, que había sido anticipado por la propia izquierda abertzale en los días previos como el acontecimiento más importante del año en el País Vasco, no incluyó sin embargo una petición expresa a ETA para que abandonara la violencia, que era lo que exigían a Batasuna los partidos democráticos. Por otra parte, la banda terrorista había sido seriamente diezmada en los últimos años, con la detención de sus sucesivas cúpulas dirigentes y otros muchos activistas. El último gran golpe policial a ETA había tenido lugar el 3 de octubre, día en el que fue arrestado, entre otros, Mikel Albizu, alias Mikel Antza, supuesto jefe del aparato político de la banda desde 1992; a Antza se le requisó una abundante documentación sobre la estructura del grupo terrorista. Además, fueron encontrados siete zulos en los que ETA guardaba la mayor parte de su arsenal de armas. Ibon Fernández Iradi, Susper, había sido detenido con anterioridad, por dos veces, y en ambas se le confiscó un valiosísimo material documental que sirvió a la policía para emprender nuevas acciones decisivas contra la banda. El PSOE celebró el lunes 15 en el Torreón de Lozoya (Segovia) su Consejo Territorial, con destacados miembros del Gobierno (como la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega) y los líderes autonómicos del partido (entre ellos, Patxi López, candidato socialista a la lehendakaritza). El presidente de la Generalitat de Catalunya, Pasqual Magarall, no acudió por supuestas incompatibilidades de agencia, y su ausencia, a la que quitaron importancia sus compañeros, fue un indicio más de los desencuentros más o menos disimulados que sus reivindicaciones nacionalistas estaban provocando entre el PSOE centralista y los socialistas catalanes. Ante la resonancia que tuvo la proclamación de Batasuna, Patxi López contestó expresamente desde Segovia que la plataforma abertzale tendría abiertas las puertas del diálogo cuando se desmarcara claramente de ETA, pero que, mientras no lo hiciera, su declaración de intenciones no merecía mayor atención. En una posición similar se situó el PNV, que, por su parte, había impulsado en la Cámara vasca el plan Ibarretxe (ver "Después de la ilegalización", "Si yo fuera vasco" y "Como yo no soy vasco"), el cual coincidía con algunos de los compromisos que había asumido como propios Batasuna, dejando a ésta sin más seña de identidad nacionalista que la aquiescencia o defensa expresa de la lucha armada. El diputado provincial del PP por Segovia, Francisco Vázquez, reclamó que la celebración del Consejo Territorial redundara en mayores inversiones para la provincia. Marieta es una ingeniosa canción de Javier Krahe, en la que un enamorado platónico de la protagonista incurre repetidamente ante la chica en errores que, a su parecer, le hacen quedar como un gilipollas. La primera estrofa dice, por ejemplo: "La otra noche fui a rondar a Marieta. La bella, la traidora ya se había ido a escuchar a Alfredo Kraus. Y yo con mi canción como un gilipollas". Una posterior dice: "Y le llevé una orquidea a nuestra cita en la glorieta. La bella, la traidora se besaba con un chulo apoyada en un farol. Y yo allí con mi flor como un gilipollas". Sobre la vuelta de Batasuna a la escena política con el Partido Comunista de las Tierras Vascas como testaferro a partir de las elecciones de abril de 2005, ver "El verdadero frentismo vasco". |
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