29 diciembre 2010
No hay texto sin contexto
 

 

Las críticas a la prensa que expresaba José Jiménez Lozano el domingo en estas páginas (que es manipulable y se autocensura) son las mismas que esgrime Julian Assange como base de su campaña para refundar el periodismo. Sin duda, aunque las últimas filtraciones no hayan estado a la altura del ideal, negarse a conjugar la gramática del poder y revelar sus dislexias a contrapelo debe ser siempre la esencia de este oficio. Otra cosa es si su realización la impide una abdicación servil de nuestra responsabilidad o más bien la cruda falta de medios y tiempo, y si, en último término, a la sociedad le conviene más saber la verdad o mantener su seguridad.

En cualquier caso, hay una servidumbre de la que WikiLeaks parece no haberse podido librar, pues comparte con los medios convencionales otro de los vicios funestos de la profesión: su abuso imperdonable de la descontextualización. No significa lo mismo una frase coloquial citada en un parte diplomático para satisfacer a un superior que esa misma frase encaramada a un titular como verdad indubitable. De la misma forma que un comentario de Zapatero o de Blanco arrancado por la insistencia de los periodistas en un contexto distendido tampoco tiene tanta importancia de cara al debate sucesorio como la que les hemos otorgado en los últimos días.

Una periodista que oyó al ministro en el AVE inaugural Madrid-Valencia me comentó que él no dijo que Rubalcaba fuera una liebre, caracterización que luego inspiró la brillante réplica de Bono en la cena de los periodistas parlamentarios, sino que, preguntado si el vicepresidente era la liebre del PSOE, Blanco ironizó que, de ser una liebre, sería falsa por la propia definición del concepto. Y, por otro lado, un testigo de la supuesta insinuación de Zapatero de que sólo un dirigente socialista sabe si se va a presentar o no en 2012 me aseguró que el célebre secreto, tal como se mencionó en un contexto de presuntas y respuestas, se refería únicamente a cuándo el presidente piensa anunciarlo. Cuando yo le pregunté directamente por una frase que ya corría de boca en boca entre los periodistas, el presidente se echó a reír y dijo: "¡Yo ya no sé qué cara poner! ¡La gente interpreta..!". No puedo asegurar que no estuviera disimulando, pero, ¿a que contado así la cosa no parece para tanto?

Me da la sensación de que los periodistas manipulamos la realidad no tanto por sumisión al poder como por sumisión a nuestras propias convenciones profesionales, que son intrínsecamente sensacionalistas. Ya se sabe: no estamos dispuestos a que una noticia nos estropee un buen titular. Tampoco, y quizá esto sea todavía más grave, lo estamos a un buen texto se nos quede en nada por culpa del contexto.

 
 

 

Referencias y contextualización

"No hay texto sin contexto" es una frase frecuentemente empleada por los lingüistas para expresar que la dimensión sintáctica y semántica del lenguaje no puede comprenderse sin su dimensión pragmática, es decir, la que lo sitúa en un contexto conversacional. Julian Assange es el fundador de Wikileaks, una organización que había obtenido y divulgado a través de su página web filtraciones de documentos internos del ejército de EEUU durante las guerras de Afganistán e Irak, y en una segunda entrega filtraciones de cables diplomáticos enviados por los embajadores norteamericanos al Departamento de Estado. De éstos últimos hablaba el artículo "Diplomáticos y corresponsales".

Una reseña del discurso del presidente del Congreso de los Diputados, José Bono, en la cena de la Asociación de Periodistas Parlamentarios, que dio mucho que hablar por su referencia al vicepresidente del Gobierno, Alfredo Pérez Rubalcaba, como una "liebre eléctrica", puede leerse aquí. Y una de la interpretación periodística de la frase de Zapatero en la copa de Navidad de La Moncloa, aquí.

Otros artículos sobre la profesión periodística son "Tiranía del mensajero" y "Perfil de nosotros mismos".

 

 

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