4 mayo 2011 |
Un fin que no justifica los medios |
El asesinato de Bin Laden y la anulación de las listas de Bildu por el Tribunal Supremo no sólo coincidieron en la fecha. También tuvieron en común que tanto uno como la otra se llevaron a cabo con una interpretación, digamos, laxa de las garantías legales. Pero el Derecho es una convención arbitraria creada con el propósito de favorecer la convivencia, así que, si dicho fin se logra mejor con otros medios distintos, no seré yo quien objete escrúpulos puristas. La diferencia es que la muerte de uno de los personajes más nefastos del siglo justifica casi todo, mientras que la ilegalización de la coalición abertzale no compensa, sino que agrava, la utilización de unos medios ya de por sí bastante cuestionables: proscribir a unos tíos no por lo que han hecho individualmente, sino por el grupo y la estirpe a los que se supone que pertenecen, y dar por bueno un juicio de intención formulado in dubio contra reo, pues presupone que dos partidos legales se están dejando instrumentalizar por ETA en lugar de intentar conducirla a la política. En 2002, con tantas dudas como ahora de que jurídicamente se pudiera identificar con terroristas a políticos o activistas que no habían cometido un delito, me pareció bien ilegalizar Batasuna porque merecía la pena marginar a una panda de chulos envalentonados que acosaban e intimidaban a los simpatizantes y hasta los familiares de las víctimas del PP y el PSOE. Ahora, por suerte, las cosas han cambiado. Y, aunque es posible que los abertzales, viéndose fuera de las instituciones, rompan del todo con una banda que ya sólo supone un lastre para ellos, el efecto sería probablemente mayor si su condena de la violencia (de la que no pueden renegar, por credibilidad y porque perderían su acta de concejal) se viera amplificada por la tribuna pública. En su día, el fin justificó los medios: la presión política y legal, no cabe duda, ha sido decisiva para bajar los humos a quienes antes se enseñoreaban impunemente de las calles ensalzando el terrorismo. Sin embargo, dejará de hacerlo si esta inercia inacabable que consiste en decretar ilegalizaciones concéntricas, sobre la base de que cada círculo contamina al siguiente, lleva al contrasentido de impedir que en el entorno abertzale surja un partido que cumpla la tarea crucial de deslegitimar la violencia desde dentro y para siempre.
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Referencias y contextualización La noche del domingo 1 de mayo, el Tribunal Supremo decidió anular todas las candidaturas electorales de la coalición Bildu (formada por Eusko Alkartasuna, Alternatiba e independientes abertzales que fueron la causa de la ilegalización por considerárseles herederos de Batasuna, ilegalizada en 2002 por interpretar el juez Baltasar Garzón que formaba parte del entramado de ETA) a las elecciones municipales y forales del 22 de mayo. El fallo del Supremo consideraba que los dos partidos legales de la coalición se estaban dejando instrumentalizar por ETA, y no dio importancia ni a la condena de la violencia que habían suscrito los candidatos de Bildu ni la posibilidad de retirar las actas de concejal a los ediles a posteriori si no condenaban el terrorismo en el ejercicio de sus funciones, tal y como contemplaba la reforma de la Ley Orgánica del Régimen Electoral General pactada por PSOE y PP. La misma noche, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, anunció que un comando norteamericano había asesinado en Pakistán, por orden suya, al líder de la red terrorista Al Qaeda, Osama bin Laden, cerebro de los atentados del 11-S. El artículo que abordó la ilegalización de Batasuna en 2002 es "La ilegalización". En defensa de la legalización de Sortu, otro partido fundado por los abertzales para presentarse a las elecciones de mayo de 2011 que también fue anulado por el Supremo, se escribió "El desilegalizador que desilegalice". Los atentados del 11-S se comentan en "De los nuestros".
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