8 junio 2005
Las víctimas de mañana
 

Apenas regresado de Madrid, Juan Vicente Herrera le recordó al PSOE que, cuando estaba en la oposición, predicaba que no se puede gobernar sin escuchar “a la calle”. Tiene toda la razón. A Zapatero le va a tocar purgar ahora su afición a las demagogias vacuas, entre las que ocupó un nicho privilegiado aquélla de que el pueblo es sabio, tiene un sexto sentido y nunca se equivoca al movilizarse ni al votar. Los socialistas acaban de descubrir que sus adversarios también saben aprovechar las mareas y no pueden reprocharles ni oportunismo, dado su propio currículum, ni incoherencia, pues es cierto que el partido por el que más respaldadas se han sentido siempre las víctimas de ETA es el PP.

Pero yo jamás critiqué la Guerra de Irak porque se hiciera a contrapelo de los ciudadanos (una anécdota que, si la intervención hubiera sido justa y útil, sería tan insignificante como habernos opuesto a la ley de la gravedad), sino porque el coste humano previsible superaba con mucho los beneficios. Y por idéntico motivo creo que ahora es conveniente negociar con ETA, aunque los 2.000 castellanos y leoneses que acudieron a Madrid representen a “la totalidad” de la región y con ellos esté la “fuerza moral” de las víctimas.

Por cruel que resulte, ser una víctima no es un salvoconducto para tener razón. Y el que la sangre y el dolor sean lo único importante en esta pendencia de mediocres envueltos en banderas no obliga a paralizar cualquier iniciativa vinculada a la tragedia, del mismo modo que las muertes en la carretera, sin duda mucho más graves que nuestros ratos de ocio, tampoco nos han inducido a prohibir los automóviles. Es la vida misma: el azar favorece injustamente a unos y perjudica injustamente a otros. Y seguimos adelante. No es en absoluto descartable que esta negociación deje mil inocentes sin vengar y 500 culpables en la calle, pero no se hace política pensando en las víctimas de ayer sino en las de mañana.

Para Herrera se trataba simplemente de elegir entre la manifestación de las víctimas y la de los verdugos. Sin embargo, se da la circunstancia de que la AVT coincide en su rechazo al diálogo con J. Arregi, el grupo del ala dura abertzale que denuesta la táctica de Otegi porque conduce “al desastre político”. En su opinión, la propuesta de las mesas de negociación posterga indefinidamente la independencia y minimiza la relevancia de ETA. Hay al menos dos sectores en Batasuna, y, por más que la derecha se empeñe en que la banda marca los tiempos y pone las condiciones de la negociación-claudicación, parece que los propios interesados no terminan de verle el provecho.

El Gobierno, que sigo convencido de que se acercó a Batasuna para acabar con Ibarretxe (el enemigo políticamente más peligroso y del que ya no habla nadie), debe intentar promover a la facción de Otegi sobre la de “Txeroki”, ofreciendo a los presos una salida más apetecible que prolongar inútilmente la agonía etarra. Si, por el contrario, el PSOE se aproxima al PP, como reclaman muchos comentaristas, el PCTV dará la lehendakaritza a Ibarretxe, volverá a Lizarra y los partidarios de continuar la lucha se verán reforzados en su base y volverán a utilizar el método habitual para defender su objetivo de siempre. Es posible que la policía siga acorralando a los nuevos terroristas y que llegue un día en que les haya quitado las ganas definitivamente a todos los posibles reemplazos, pero, para entonces, las víctimas de mañana ya serán parte de las de ayer.

 

 

Referencias y contextualización

El sábado 4, la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT) se manifestó en Madrid contra la inclinación del Gobierno a negociar con ETA sobre los presos (no sobre objetivos políticos) si ésta dejaba las armas para siempre. A la marcha se sumaron entre 300.000 y un millón de ciudadanos, según las diferentes estimaciones, y entre ellos estuvo la plana mayor del Partido Popular, incluyendo al presidente de la Junta de Castilla y León Juan Vicente Herrera. Ante el anuncio del Gobierno de que el éxito de la concentración no haría cambiar su política antiterrorista, Herrera, en la línea de otros compañeros de partido y periodistas afines, recordó que, cuando en 2003 un número similar de personas se manifestó contra la Guerra de Irak (ver "Los dos mundos" y siguientes) sin lograr influir en la postura de Aznar, el PSOE decía que no se podía gobernar sin escuchar a la calle. Herrera afirmó también que los 2.000 castellanos y leoneses que habían acudido a la manifestación representaban "el sentimiento de la totalidad de los ciudadanos de la comunidad autónoma", mencionó "la fuerza moral que tienen las víctimas en el sistema democrático" y planteó la disyuntiva de que había que elegir entre las dos manifestaciones que coincidían ese día: la de la AVT en Madrid y la de Batasuna en Bilbao.

El miércoles 1, la Cadena SER informó de que un documento interno firmado por J. Arregi, nombre de un sector calificado como "duro" en la izquierda abertzale, criticaba la propuesta del portavoz de Batasuna, Arnaldo Otegi, por aplazar indefinidamente la declaración de independencia y quitarle importancia como agente político a la propia ETA. Esta grupo sería presumiblemente partidario de la línea propugnada por el supuesto número uno de los comandos militares, Mikel Garikoitz Aspiazu, "Txeroki". Los presuntos planes de Txeroki de reflotar la banda los publicó el semanario Alba ese mismo día.

Otro artículo sobre las víctimas del terrorismo, esta vez enfocado sobre la actitud que no se ha de adoptar hacia ellas, es "Homenaje al infortunio". Sobre la posible negociación del Gobierno con ETA, ver "Concesiones, terreno perdido y traición a los muertos" y "Algo tiene que ver". Sobre la estrategia electoral del PSOE y Batasuna y la no ilegalización del Partido Comunista de las Tierras Vascas, ver "El verdadero frentismo vasco".

 

 

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