15 junio 2005 |
Va a ser que nuestro enfado es político |
Ángel Acebes se ha apresurado a recalcar que la dichosa pancarta de “Carod al paredón” que asomó la patita en la concentración del sábado no invalida la masiva protesta salmantina. Cierto. En las manifestaciones se dicen muchas tonterías (“Zapatero traidor” o “Aznar asesino”, tanto da) y, como sugería el sábado la última obra maestra de Nieto, se razona bastante poco. Por razones similares a las que, al día siguiente, enumeró en esta misma columna nuestro cínico más elegante, yo tampoco he frecuentado las “manifas” y, cuando he creído inaplazable asistir, lo he hecho siempre con la boca cerrada. La imagen de un pastor escupiendo estribillos por un altavoz y la grey coreando al punto todas las simplezas (“No a la guerra”o “El Archivo no se mueve”, es lo mismo) me recordaba sospechosamente al rosario de la aurora, sólo que en rojo. Pero ni con toda la indulgencia del mundo el eslogan fascista que ha gravado los réditos al PP y ha convertido en pobre amenazado al más faltón de los líderes catalanes deja de ser un síntoma esclarecedor del cariz de nuestro enfado. A nadie escapa que las pretensiones de Esquerra Republicana son de carácter político, pues el nacionalismo se basa en recordar y magnificar las diferencias que ya no importan a nadie. Ni tampoco que el Gobierno encontró en el Archivo la bicoca perfecta con que compensar a sus aliados por lo que les niega en los temas cruciales. Pero nosotros (y los voceros madrileños que nos apoyan) nos investíamos de rigor y sensatez apelando a la unidad de los papeles por el bien exclusivo de la investigación histórica. Con lemas como “España y Archivo: unidad”, “Por lo nuestro”, “Antes quemado que entregado” o la contraposición maniquea entre la Cadena SER y la COPE, hemos dejado bien claro que nuestros motivos son tan políticos como los de ERC. Técnicamente, sigo creyendo que en esta cuestión concreta tienen razón ellos. La unidad del Archivo de cara a la investigación se preserva exactamente igual con copias. Más aún; cuando todos los archivos históricos de España se están digitalizando, seríamos los más tontos si nos quedáramos con los originales, cuyo estudio es infinitamente más incómodo. No cabe a este respecto la comparación con los museos que hizo Alfonso Ussía (con todo, uno de los columnistas de derecha que merece la pena leer), porque en las obras de arte valoramos la forma y la autenticidad de su autor, mientras que el interés historiográfico de los documentos está sólo en los datos que aportan. ¿Entonces, qué provecho sacamos de arrebatar a los catalanes unos papeles que sienten (exageradamente, sí, pero tanto más cuanto más nos opongamos nosotros) propios? ¿No se limitará todo a aliviar un poco nuestro cabreo secular porque Cataluña siempre se sale con la suya? Mira que va a ser que sí. |
Referencias y contextualización El sábado 11, más de 50.000 personas se manifestaron en la Plaza Mayor de Salamanca en contra de la devolución del original del Estatuto de Autonomía de Cataluña de 1932 y otros documentos de la represión franquista a la Generalitat. Ésta era una vieja reivindicación del nacionalismo catalán -abordada ya en artículos anteriores como "Los documentos" (2000), "Archivo invertebrado" (2002), "Del talante: del suyo y del nuestro" (2004) o "Yo también me habría abstenido" (2004)-, que fue finalmente satisfecha por el Gobierno socialista, apoyado en el Parlamento con los escaños de ERC. En la manifestación, se exhibieron pancartas con lemas como los citados, pero fue especialmente polémico uno que rezaba "Carod al paredón", y por el cual el líder de ERC aludido terminó querellándose judicialmente contra los organizadores de la manifestación y contra el Partido Popular, que la apoyaba y cuya plana mayor estuvo en la marcha. Ángel Acebes condenó el eslogan de la discordia, pero negó que se pudiera utilizar para quitar valor a la protesta, y recordó que, cuando los manifestantes contra la Guerra de Irak habían llamado asesino a José María Aznar, ningún alto cargo del PSOE les había desautorizado. La concentración salmantina culminó con un manifiesto leído por el periodista Alfonso Ussía, que terminaba con la arenga "Va a ser que no" [se van a entregar los documentos], coreada varias veces por los asistentes. José María Nieto es el humorista gráfico de El Mundo de Castilla y León, cuya viñeta "Fe de ratas" del sábado presentaba a uno de los personajes (una ratita, como suele suceder) afanándose en rotular una pancarta. Ha escrito: "No estamos de acuerdo con la desmembración del Archivo por las siguientes razones: A-...", cuando el otro personaje (otra rata) le interpela con suficiencia: "Tú eres nuevo en esto de las pancartas, ¿verdad?". "Nuestro cínico más elegante" es Alejandro Cuevas, columnista de El Mundo de Castilla y León y autor de la sección "Hoy" los domingos (Kiko Rosique escribe los miércoles); el domingo 12, Cuevas decía: "(...) nunca he ido a una manifestación porque las aglomeraciones humanas diluyen mi individualidad y me ponen bastante nervioso". Sobre la relación siempre polémica entre Castilla y Cataluña, se pueden leer también "Castilla y Cataluña: 500 años de antagonías" y "El otro 11 de septiembre".
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