26 septiembre 2001 |
Pareja entreabierta |
A veces uno se pregunta si de verdad será imposible. Tantos avances en el concepto de relación de pareja, tantos cantos al amor libre, tantos intentos de reconciliación del individuo con sus instintos ninguneados a través de siglos de artificiosa sublimación de las ideas, para que ahora llegue a Valladolid una obra de un autor tan progre como Darío Fo y, en resumen, venga a repetirnos la cantinela de que la única relación posible es la bilateral y estable, puesto que la pareja “abierta” se mantiene mientras se abre por el lado del varón y, cuando la mujer abnegada se decide a ensanchar horizontes, el marido se ve desgarrado por los celos y sólo desea que su esposa le pertenezca otra vez. A mí la sátira me pareció muy tópica y aburrida, así que me voy a quedar hablando de relaciones estables, sentimientos que permanecen y celos naturales. Es decir, de parejas que, ahora que el hedonismo de nuestra época sugiere que va siendo hora de abrir, nos siguen contando que hay que cerrar porque no podría ser de otra manera. Claro que podría ser de otra manera. La relación estable, matrimonial o no pero sometida a la fidelidad, es una herencia cultural impuesta sobre unos sentimientos que todo el mundo sabe que son volubles como la materia de la que están compuestos. No es la consecuencia lógica de nociones como el amor eterno, en positivo, o los celos, en negativo, sino su causa previa y fundadora, originada únicamente por las conveniencias de una sociedad patriarcal. Una vez que se establece la relación sentimental como posesión, es cuando aparece la necesidad de legitimarla mediante la autosugestión y la sublimación y, por otro lado, la sensación de que se debe castigar el hurto de esa posesión. Nada de esto es natural, por más que tantos siglos después, con tanta moralina y tanta literatura sobre el tema, nuestros sentimientos, desde que los aprendemos en sociedad, queden configurados sinceramente por todas las connotaciones que hoy acompañan al amor. Pero, si la moderna evolución cultural cuestiona cada vez más el modelo matrimonial, su discusión habría de partir, precisamente, de la búsqueda de una alternativa al compromiso, la fidelidad y los celos, no de su asunción como inevitables. La pareja seguirá estando sólo entreabierta mientras no aprendamos a pensar las relaciones sentimentales sin ayuda del esquema mental posesivo que hemos heredado.
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Referencias y contextualización La obra La pareja abierta, del dramaturgo italiano Darío Fo, fue representada en el Teatro Cervantes de Valladolid los días 21, 22 y 23 de septiembre de 2001. Su tesis básica era, como se indica en el artículo, que es una utopía liberalizar las relaciones sentimentales porque el varón lo que quiere es liberalizarla en lo que le afecta a él, pero luego no es capaz de soportar que su compañera haga lo propio. En relación con este tema, se pueden ver también "Postal de San Valentín", "Amor y temporalidad","Un paso más" y "La picazón contra la utopía" y "Lo que va del amor a la posesión". |
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