18 mayo 2011 |
Lo que está en juego |
Aunque nadie podía sospechar hasta qué punto, era inevitable que el descontento por la crisis y el paro se apoderara de unas elecciones que, en principio, han de limitarse a valorar la gestión de los gobiernos autonómicos y municipales y las alternativas de la oposición. Lo que ocurre es que ni una ni otro están en juego el 22-M, porque la situación económica escapa al control de la política nacional tanto como del de la local. El PSOE tiene razón al exculparse de la crisis y sus consecuencias; siempre, claro está, que no pretenda endosar la responsabilidad a los gobiernos del PP. En su día fue perfectamente lógico que Aznar confiara en la construcción cuando ésta tiraba de la economía y, de hecho, lo mismo hizo Zapatero hasta que, inopinadamente, en 2009 nos tuvimos que tragar las inversiones, las sinergias, los empleos y los inmigrantes que dependían del sector. Sea lo que sea y dure lo que dure, el movimiento de Democracia Real Ya acierta al reprochar por igual al PSOE y al PP su servidumbre al poder económico. Gasto y recorte arriba, gasto y recorte abajo, la crisis habría sido bastante parecida con un Gobierno socialista que con uno popular. El problema es que de nada valdría tener un Ejecutivo que se independizara de la tiranía de los mercados, como habrían deseado los manifestantes. Si lo hubiera, España (o incluso la UE entera si la mecha prendiera en otros países) se convertiría de inmediato en un paria en el mundo, incapaz de competir por sus elevados costes sociales y al que rehuiría sistemáticamente el capital. Haría falta un acuerdo en el que todas las potencias industriales renunciaran a sacar ventaja de las exigencias, muy razonables, que lograran imponer en otros países movimientos como Democracia Real Ya. De lo contrario, será imposible subvertir en ningún sitio esa lógica que se presenta falsamente como normal y como la única posible, que considera disparatadas la banca pública o la estabilidad laboral pero en cambio acepta algo tan aberrante como que los estados paguen por su deuda unos intereses que les impiden dar una solución a millones de ciudadanos inocentes. Ojalá un día la izquierda tenga suficiente vigor y líderes con carisma para movilizarse a nivel mundial y no deje pasar otra ocasión como ésta, pero me temo que nada de ello se decide el domingo. En mi opinión, lo más importante que hay en juego en estos comicios, porque eso sí está al alcance de los políticos, es la reforma de la ley electoral en España, otra de las reivindicaciones de los manifestantes que abjuran del bipartidismo. En este sentido, la clave es que, gane quien gane el 22-M y en 2012, Izquierda Unida y UPyD sean decisivos para gobernar en el mayor número de administraciones posible, de tal modo que puedan exigir un compromiso al PP o al PSOE a cambio de su apoyo. Que partidos que suman un millón de votos en muchas circunscripciones no se sigan viendo discriminados frente a quienes logran la tercera parte en apenas tres o cuatro no es un boicot a los nacionalistas ni un intento de preservar la unidad de España, que probablemente sea más frágil cuando aquéllos pierdan poder de decisión. Obedece a un motivo mucho más noble y real que los patrióticos del centro o la periferia: el de tener una representación política que sea sencillamente más justa.
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Referencias y contextualización El domingo 22 se iban a celebrar elecciones autonómicas en la mayoría de las comunidades de España y municipales en todo el país. En la campaña, en la que el PP insistió en su mensaje de culpar de la crisis y el paro al Gobierno socialista y el PSOE intensificó su intento de desvincularse de ambos, achacarlos a que los gobiernos populares de José María Aznar promovieron la construcción de viviendas y asegurar que con el PP en el poder la situación social habría sido mucho peor, irrumpió un movimiento llamado Democracia Real Ya, que se manifestó en varias ciudades de España el domingo 15. Aseguraba ser apartidista, aunque centraba sus críticas en el PP y el PSOE y protestaba contra una política sometida a los mercados que habían obligado a los estados a imponer recortes sociales para reducir el déficit. Otra de las reclamaciones más o menos tácitas del movimiento, compuesto sobre todo por jóvenes y parados, era la reforma de la ley electoral, algo en lo que coincidía con Izquierda Unida y Unión, Progreso y Democracia, los partidos más perjudicados por la misma. El artículo "El consenso, entre los prisioneros" ya desestimaba en marzo de 2009 los efectos que las propuestas de PSOE y PP pudieran tener para mitigar la crisis. Inmediatamente posteriores al plan de ajuste anunciado por Zapatero en 2010 para reducir el déficit son "Dos ángeles caídos (del guindo)" y "El storyboard de este drama". . Dos textos que subrayan las dolorosas paradojas laborales de la crisis son "El capitalismo se refunda" y "El móvil perpetuo".
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