30 septiembre 2009 |
Más (sobre) impuestos |
El otro miércoles traté de refutar el estribillo que suelen entonar los liberales contra las subidas de impuestos cuando quieren demostrar que también tienen preocupaciones sociales: denunciar que dichos aumentos perjudican al empleo. Replicaba, más allá de la evidente lógica teórica que tiene el argumento, que las alzas son siempre demasiado modestas como para que un empresario fuera a pagar un sueldo mensual con el dinero que se habría ahorrado sin ellas; sobre todo, ahora que nadie arriesga dinero ni espera beneficios suficientes para que una contratación le va a resultar rentable, que es, en definitiva, la única razón que impulsa a crear un puesto de trabajo. Debí mencionar también la otra vía por la que un incremento fiscal puede afectar al empleo: la contracción del consumo y la consiguiente pérdida de beneficios para el empresario, que, en consecuencia, se vería obligado a desprenderse de trabajadores. Es obvio que, incluso en los artículos básicos a los que el Gobierno proclama no haber elevado el IVA, el precio final va a absorber el coste de producción y el de la vida que el fabricante o vendedor deba afrontar por la subida sobre el resto de mercancías. Pero, a diferencia de los liberales, no creo que el aumento del precio retraiga el consumo más de lo que ya le coarta la crisis en sí. Pensemos que la subida de impuestos elevará los precios finales dos o tres puntos porcentuales, y durante muchos años el IPC ha estado subiendo más de cuatro sin que el consumo se resintiera. Ello por no hablar del tristemente célebre redondeo al alza que se produjo con la llegada del euro, cuya equiparación a las cien pesetas de antes provocó que el precio de muchos productos se disparara un 60%, sin arruinar el consumo como merecía haber hecho. Los incrementos de precio que acompañan a las subidas del IVA nunca son psicológicamente tan llamativas como para enmendar nuestros hábitos consumistas. Nadie va a dejar de comprar un televisor por 25 euros, de hacer un viaje por 10 o de comer en un restaurante por 10 céntimos. Quizás un día la suma de todos los gastos a mayores nos pase factura, pero no habremos contribuido a paralizar la recuperación de la economía y el empleo, como aseguran los liberales para prevenir contra los efectos secundarios de la subida de impuestos y el gasto social. |
Referencias y contextualización El Gobierno aprobó una subida de impuestos en el consejo de ministros del 26 de septiembre, asegurando que era necesario para mantener el gasto social sin recurrir indefinidamente al déficit. La subida sería de dos puntos en el IVA (del 18% al 20%), de uno en el IVA reducido (del 7% al 8%) y de tres en el impuesto sobre rendimiento de capitales (del 18% al 21%). Los datos de los incrementos en los precios de televisores, viajes y restaurantes están tomados de aquí. El PP y los opinadores liberales sostenían que aumentar los impuestos obstaculizaba la reactivación de la economía, porque perjudicaba el consumo y el empleo. Otros artículos sobre la crisis económica son "Yo quiero ser constructor", "Eso no es la crisis", "Los bancos, únicos responsables de sus riesgos", "Inyecciones de liquidez", "El consenso, entre los prisioneros", y "El capitalismo se refunda".
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