6 julio 2005 |
Empatía humana |
Este fin de semana he buscado varias veces un instante de felicidad pensando voluntariamente, casi con descaro, en lo contenta que estaría Beatriz Esteban, la adorable ex presidenta de la Fundación Triángulo de Valladolid, aquella chica de mirada limpia, inteligente, serena, que se sentaba en el centro de la clase y su sonrisa se reflejaba en todas las paredes. Yo la veía moverse por la facultad, admirada por sus compañeros como un referente en todos los sentidos, y lo primero que pensaba era: “Sin duda, esta chica tiene un perfil psicopatológico provocado por un padre alcohólico”. Después de cuatro años redactando argumentos contra la vistosa pirotecnia de estupideces que han venido desplegando los adversarios del matrimonio gay, ahora que me quedo sin percha y sin caballo de batalla me parece que todo se reduce a una cuestión de empatía humana. Hay gente a quien le repugna ver a dos hombres besándose; a mí siempre me ha inspirado un punto de ternura, el mismo que las parejas heterosexuales, y sólo me incomodaba ver a Bea con aquella novia tan guapa que tenía, porque es muy duro sentir celos por partida doble. Al lado de la ilusión con que recibían la reforma del Código Civil algunas de las personas reales que han salido en la tele planeando su boda, resulta absolutamente hueca la defensa genérica de una institución, aunque el otro día la hiciera suya en carta al director una tal Isabel Rosique contra la que no sé si manifestarme por desvirtuar mi nombre o si exigirla que me ceda todo su patrimonio porque, por mucho que se empeñe, ella nunca podrá ser padre. Ya no hablo de los argumentos absolutamente abstractos de quienes ordenan obedecer la “ley natural” en todo salvo en el sexo, que, natural como lo que más, es curiosamente la tentación que nos han introducido con nocturnidad y alevosía para mandarnos al fuego eterno (la imagen más sádica, rastrera, vengativa y calenturienta que han inventado los siglos). Allí tendrán que quemarse los gays, porque, lo que es en esta vida, a Zerolo no parece que le vaya a caer ningún rayo. Rouco y el tal Blázquez deberían exponer una vez más el malabarismo ése de que Dios nos ordena cumplir sus órdenes, pero a la vez nos dio la libertad, pero a la vez interviene en el mundo, pero a la vez es inescrutable, pero a la vez tiene un proyecto que sólo la Iglesia conoce a la perfección. De lo contrario, se arriesgan a que actuemos “como si Dios no existiera”; una desfachatez en la que, por otra parte, es bastante lógico que incurramos teniendo en cuenta que también actuamos como si no existieran los gremlins.
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Referencias y contextualización El sábado 2 de julio se publicó en el Boletín Oficial del Estado la reforma del Código Civil que homologaba el matrimonio entre personas del mismo sexo. Ese mismo día, se celebraba en toda España el tradicional Día del Orgullo Gay, en una edición muy especial debido a que sería la primera en que sus reivindicaciones se convertirían en celebración. La Fundación Triángulo es un colectivo que defiende los derechos de los homosezuales. El psiquiatra Aquilino Polaino, que compareció el 20 de junio en el Senado a petición del PP para dar su opinión de "experto" sobre el matrimonio homosexual, dijo que los homosexuales tenían un perfil psicopatológico frecuentemente provocado por la existencia de un padre alcohólico"; un testimonio tan escandaloso que hasta el partido que le convocó tuvo que desmarcarse de él. El presidente de la Conferencia Episcopal y su antecesor, monseñores Blázquez (el ex presidente del PNV Xabier Arzalluz le había llamado despectivamente "el tal Blázquez" cuando fue nombrado arzobispo de Bilbao) y Rouco Varela, lamentaron el lunes 4 la aprobación del matrimonio homosexual, y éste último se quejó además de que la sociedad de estos días viviera "como si Dios no existiera". Pedro Zerolo, secretario de Movimientos Sociales del PSOE, era además uno de los portavoces más notorios del colectivo gay. Dos de los argumentos favoritos de los contrarios al matrimonio homosexual eran que la usurpación del nombre "matrimonio" desvirtuaba la institución del matrimonio tradicional y que los gays nunca podrían contraer matrimonio porque "matrimonio" viene de "madre". Los principales artículos de Kiko Rosique que habían defendido el matrimonio gay eran: "Una Historia alternativa (Contribución al Día del Orgullo Gay)", "No es sensibilización", "Después del 25-M (II)", "Las palabras y las cosas", "Todos detrás de nuestro alcalde" y "Un millón de diestros", a los que se añadían otros muchos que, como "La derecha a la que podría votar yo", lo mencionaban en el contexto de la discusión de otros temas colaterales. |
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