7 diciembre 2005
Del artefacto al arte
 

 

Quizá sea usted uno de los muchos ciudadanos que no termina de comprender aquella idea que tuvo Marcel Duchamp de exponer un urinario en un museo y llamarlo obra de arte. Aun si alguien le ha transmitido la definición de obra de arte como “artefacto sacado de contexto” que acuñó el pintor y escultor francés, es probable que se haya quedado como estaba. No se preocupe; yo le voy a explicar hoy este concepto con ayuda de dos de los últimas polémicas que se han suscitado en Castilla y León.

NO ES ARTE, SINO ARTEFACTO, como por otra parte cabía esperar de este tipo de instituciones, el horrendo atrio que la Academia de Bellas Artes de la Purísima Concepción quiere indultar de la reforma del entorno de la catedral de Valladolid. Vaya por delante que, si de mí dependiera, no se habría restaurado la catedral y derribado la mítica hamburguesería Vavi sino justo lo contrario; pero, volviendo al tema que nos ocupa media perspectiva de la fachada, resulta que dicen que hay que conservarlo porque a lo mejor es de Alberto Churriguera. Pues bien, el atrio es un artefacto en su sentido denotativo de objeto material construido por el hombre y también incluye las connotaciones que atribuye al vocablo el María Moliner: “Más bien grande y a veces tosco. Armatoste”. Pero según Duchamp no sería arte, porque no se le confiere una dimensión rompedora que le saque de la mera funcionalidad que tenía cuando fue levantado. El que unos académicos con un concepto patrimonial e inerte de la cultura lo cataloguen como tal no es más que una distorsión historicista como la que obliga a mantener esos suelos de guijarros y adoquines medievales en los que las sillas de ruedas se dejan las ruedas y los niños los piños, por mor de la nostalgia que los ha elevado a la categoría de tesoro artístico, aunque para los coetáneos no eran más que el sitio donde verter las aguas de todos los tamaños ante la falta de urinarios.

En cambio, ES ARTE Y NO ARTEFACTO la genialidad que se le ha ocurrido a la Junta de Castilla y León en revancha por su derrota en el litigio del Archivo de Salamanca. Ya resultaban sugestivas las nuevas resonancias que evoca la reconversión de la famosa frase de Unamuno en defensa de vascos y catalanes, tan bien traída que a Ángel Villalba, completamente fuera de juego, no se le ocurrió más respuesta que acordarse del padre franquista de Fernández Mañueco. Pero las vallas publicitarias que van a sacar a Carod-Rovira de contexto, convirtiéndolo en el nuevo toro de Osborne que presidirá nuestras carreteras, contienen una ironía y un juego de espejos tan sublimes que trascienden sin duda su naturaleza de artefacto pasando a constituir una obra de arte en toda regla.

 

 

 

Referencias y contextualización

La Academia de Bellas Artes de la Purísima Concepción mostró su desacuerdo con el proyecto de remodelación del entorno de la catedral de Valladolid propuesto por el arquitecto Elesio Gastón, que ganó el concurso convocado por el Ayuntamiento. Entre otras cosas, Gastón planeaba derribar un elevado atrio que obstaculizaba la vista de la catedral y recuperar la escalera que ideó Juan de Herrera. La Academia rechazaba esta solución por considerar que existían pruebas de que el atrio fue diseñado por Alberto Churriguera, creador también del conjunto momumental de la Plaza Mayor de Salamanca. Gastón despreciaba la validez de tales indicios.

A partir del 1 de diciembre, la Junta de Castilla y León instaló en diversos puntos de las ciudades y carreteras de la región 200 vallas publicitarias con la imagen del líder de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), Josep-Lluís Carod-Rovira, acompañado de José Luis Rodríguez Zapatero, bajo el lema "Venceréis pero no convenceréis". Con esta frase, tomada de un discurso que pronunció Miguel de Unamuno en la Universidad de Salamanca en los inicios de la Guerra Civil española replicando a un orador falangista que había calificado a los vascos y catalanes de "tumores pestilentes en el cuerpo de la nación", se aludía a la decisión del Gobierno español de devolver a Cataluña, a instancias de ERC, algunos documentos almacenados en el Archivo de la Guerra Civil situado en Salamanca. En el transcurso de la semana siguiente, los descendientes de Unamuno protestaron por la utilización que la Junta había hecho de la frase del escritor bilbaíno; de esta polémica trata el artículo de ese miércoles, "¿Y Unamuno qué opina de esto?"

Sobre el traslado de los documentos de Salamanca a Cataluña, se puede leer "Del talante: del suyo y del nuestro" y "Yo también me habría abstenido", y, acerca de la manifestación que se convocó en junio en la ciudad salmantina para protestar contra ella, "Va a ser que nuestro enfado es político". Dado que la polémica llevaba ya años en vilo, hay otros artículos anteriores que también se centran en ella, como "Los documentos", "Archivo invertebrado" y la parodia "El Archivo Feliz".

Una crítica genérica a ERC puede encontrarse en "Niños chapoteando", e identificaciones del nacionalismo español con el nacionalismo catalán en "Fascismo por fascismo" y en "El PP, la Constitución y la nación", en Periodista Digital.

 

 

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