15 noviembre 2006 |
Las nuevas acepciones de 'accidente laboral' |
La ampliación del significado por analogía es una tendencia natural de las palabras y, mal que le pese a la RAE, en el tema del matrimonio permitirá transformar nuestra concepción del mundo y liberar a un colectivo de la férrea dictadura que ejercía el idioma sobre el pensamiento. Sin embargo, el campo semántico que está conquistando el término accidentes laborales excede la elasticidad de la lengua y, lejos de alumbrar enfoques hasta ahora ignorados, difumina los objetivos a los que debe apuntar la lucha contra esta lacra. Los sindicatos han logrado generalizar en muy poco tiempo la idea de que los accidentes laborales han de incluir los llamados in itinere, que se producen en el trayecto de casa al trabajo o desde el trabajo a casa. Gracias a ellos han engordado sustancial pero artificialmente la estadística de la ignominia empresarial; hasta julio, los in itinere representaron en España el 10,2% de los percances y nada menos que el 38% de las muertes. La desproporción entre ambas cifras se explica, por supuesto, porque los accidentes de coche son más letales que la mayoría de los riesgos laborales. Cualquiera que lo piense un poco concluirá que es absurdo considerar accidente laboral el que sufre un empleado por su imprudencia al volante, la del conductor de enfrente, la distancia entre el domicilio y el trabajo o el creciente volumen de tráfico. De lo contrario, habrá que convenir que entran dentro de la jurisdicción de los nuevos inspectores técnicos que anunció Tomás Villanueva en el congreso de la semana pasada. ¿Y qué harán éstos para prevenirlos: controles de alcoholemia, revisiones del asfalto, cursillos de policía municipal? Ni siquiera en el caso de los conductores profesionales tiene sentido confundir dos esferas tan distintas, con las consecuencias que ello conlleva en cifras, diagnósticos, búsqueda de remedios, responsabilidad e indemnizaciones. Esta fiebre polisémica ha llegado al paroxismo con la sentencia sobre el suicidio del radiólogo Fernando Pastor en Valladolid, “por lo que él consideraba un problema laboral”. Valoro la intención del juez de trascender el concepto tradicional de accidentes laborales, ampliándolo a situaciones hasta ahora excluidas, y comparto su opinión de que el suicidio no es un acto totalmente voluntario, pero es que lo mismo cabría decir de los robos, violaciones y asesinatos, cuyas víctimas ya no deberían culpar a sus autores sino al entorno o al sistema que engendró las desigualdades, frustraciones o perversiones que motivaron en última instancia el delito. Y, claro está, hacer como los familiares de Pastor y pedirle indemnizaciones a la Seguridad Social.
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Referencias y contextualización Entre el 8 y el 10 de noviembre se celebró en Ávila el II Congreso de Prevención de Riesgos Laborales de Castilla y León, uno de cuyos resultados fue la creación de un cuerpo de inspectores técnicos que ayudarían a los técnicos regionales y a los inspectores del Ministerio de Trabajo. La anunció en la clausura del evento el consejero de Economía y Empleo de Castilla y León, Tomás Villanueva. Por otra parte, una sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León que publicó Diario de Valladolid el lunes 13 determinó que el suicidio del jefe de Radiología del Hospital Río Hortega de Valladolid, el doctor Fernando Pastor, quien se pegó un tiro en el vestuario del centro el 18 de noviembre de 2004, había sido un accidente laboral. La sentencia se fundamentaba en que el diario personal atestiguaba que se suididó "por lo que él consideraba problemática laboral". argumentaba que "el concepto de accidente de trabajo no puede remitirse al concepto vulgar o lingüístico de accidente, pues quedarían fuera de él múltiples posibilidades de accidente que hoy en día de manera indiscutida se consideran tales" y ponía en duda el carácter voluntario del suicidio, "pues para que haya voluntad ha de haber plena posibilidad psíquica de decidir y, muchas veces, dicho acto viene condicionado por el propio hecho de sentirse incapaz de decidir o de actuar". Sobre el suicidio versa el artículo homónimo "El suicidio". Sobre la presunta falta de libertad de los criminales al delinquir tratan "Todos somos Taxi Driver" y "La baraja". Una argumentación contra la falta de libertad del individuo en general es "Sobre el determinismo". La Real Academia de la Lengua Española publicó esta semana un Diccionario Esencial que, a pesar de la legalización de las bodas homosexuales, seguía definiendo el matrimonio como la unión entre un hombre y una mujer. Sobre el matrimonio homosexual, ver "Una Historia alternativa (Contribución al Día del Orgullo Gay", "Las palabras y las cosas", "Todos detrás de nuestro alcalde" y "Un millón de diestros". |
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